Apunta con precisión y aprieta el gatillo.
Es un momento sublime. Cunde el terror por doquier. La sangre cae sobre el cemento, gota a gota, acompañando los últimos estertores y quejidos.
Otro disparo: ¡bum! Raja el aire con su fuego y se clava en la carne blanda, un hilo ligero de sangre rompe la blancura.
Dueño de la vida y de la muerte, desde esa ventana rige sobre los seres inermes y determina sus tiempos. Hoy se conformará con un par, había creado un gran revuelo y podrían descubrirlo, mejor abandonar por ahora su papel de hacedor de muerte.
Guarda el fusil a toda prisa al oír voces que se acercan apresuradas desde lejos.
Abandona la ventana y huye por donde había entrado.
Hoy son gallinas, mañana, quizás, serán hombres.
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