Encuentro que la foto de Greta y Vanessa representa con potencia extraordinaria la fuerza femenina. Dos chicas de dieciocho y veinticuatro años que, con tenacidad, intentan sacudir al mundo, acusan de mucho bla bla bla y pocas acciones a los señores de completo oscuro y muchos años sobre los hombros que observan el futuro desde su perspectiva estrecha y desde el factor económico. Es fuerte el contraste con las desoladoras imágenes de la universidad de Kabul, guiada por un terrorista que tal vez no sepa ni escribir, y que cierra las puertas a las mujeres y, con ello, al futuro; los mismos terroristas que liberaron a los delincuentes que estaban en la cárcel acusados de violación, tortura y asesinato de mujeres, y que ahora no aspiran más que a la venganza.
Dos imágenes intensas y opuestas: una muestra la fuerza constructiva femenina y la otra aquella destructiva masculina.
Si observamos la historia veremos un continuo repetirse de esta realidad. La mujer siempre dejada de lado, sin estudios ni poder, ocupándose de cuidar, de criar personas mejores, de curar heridas a los soldados que, neciamente, debían hacer la guerra. La violencia proviene del hombre y no es justificable por su índole masculina, como muchas veces se ha querido hacer creer.
El mundo hasta ahora estuvo gobernado solo y exclusivamente por hombres, actualmente solo el 10% de los países está dirigido por mujeres, y ya vemos las condiciones en que se encuentra tanto desde el punto de vista climático como geopolítico y económico.
Y ahora que "las papas queman", como se dice por tierras sudamericanas, ahora que estamos sentados sobre una olla a punto de estallar, son las mujeres las que llevan adelante la lucha contra el cambio climático, contra la injusticia, son las mujeres las que salen a las calles en Kabul a reclamar por la libertad, pese al peligro que entraña.
Porque la mujer cuida y repara lo que el hombre destruye, y es hora de que la parte masculina del mundo deponga las armas.
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