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andreazurlo

Hechizado



Oí el golpe de tos y me volví. No lo podía creer: un ganso tosía tratando de no perder el cigarrillo encendido que apenas sostenía con el pico. Pensé que el pobre animal había confundido el cigarrillo con algo para comer y me apresuré a quitárselo. "¡No!" gritó. Que fumara vaya y pase, pero que hablara… "Perdón no quise asustarte", dijo y su voz sonaba muy bonita, algo sensual. "Es que estoy hechizado", añadió para tranquilizarme, como si fuera algo muy habitual.

Fue así que, en pocas palabras, me contó su historia: su exnovia acudió a una bruja, llevando alguna prenda suya y un ganso vivo e hizo el traspaso.

"¿El traspaso?", pregunté.

"Me sacó el espíritu del cuerpo y lo traspasó al cuerpo del ganso y ¡vaya a saber qué hizo con mi cuerpo o si se quedó con él y la inteligencia de un ganso!", se lamentaba apoyando la cabeza suavemente en mi muslo.

"Creía que era solo cuestión de sapos que hay que besar", dije ignorando el funcionamiento de los hechizos.

"¡Ojalá!", exclamó triste. "No hay beso que me salve…"

Me dejé conmover. Claro que algo de humano le había quedado, pero ¿quién lo apreciaba en un ganso?, dijo descorriendo las plumas con un gesto pícaro.

Ya no sé qué responder cuando me preguntan porque dejo que el ganso duerma en mi cama.

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