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Nueva colaboración con ES FLORENCIA
Espera. Sin hacerse muchas preguntas, porque le dijeron que pronto volverían a rescatarlo y, aunque el hilo de la esperanza se haya roto hace incontables noches, él sigue allí. Continúa asido a lo único que conoce, a su única certidumbre, a ese espacio estrecho rodeado de rejas donde lo escondieron para protegerlo en un pretérito omitido. Ya no cree con la vehemencia del niño que fue cuando vio las espaldas de sus padres alejarse del refugio seguro para buscar ayuda entre las bombas y el claror de una noche de guerra. Ahora se aferra a su nada, a ese campo yermo que lo rodea y que él observa con el rostro desmadejado y la mirada perdida en el infinito, buscando el rostro de ellos entre quienes pasan ocasionalmente por allí. Lo ciñen barrotes entre los que alguna alma piadosa pasa un trozo de pan, lo estrechan sin cobijarlo, bajo el puente medio derruido, sobreviviendo a la guerra de los hombres que sigue sin entender, porque quedó niño. Y olvidado.