top of page
andreazurlo

La muerte (verdadera) del Hombre Araña



Encerrado en su cuarto no hace más que comer toda clase de basura y echar barriga, anclado frente al televisor, aislado en su suciedad y dejadez. ¿Qué más le queda por hacer?

Está gordo y pelado, el trajecito de hombre araña cuelga de un clavo detrás de la puerta. Seguramente no le cabe, pero, ¿para qué le sirve? Para nada, ya nadie lo necesita, hasta las arañas se las arreglan mejor que él tejiendo sutiles geometrías en los rincones de su cuarto.

Hoy día nadie recuerda a los verdaderos superhéroes de un tiempo. Ellos, con sus caras limpias y angulosas, poblaban la vida y la imaginación de niños y adultos y, con gran dignidad, discreción y decoro, salvaban el mundo. ¿Quién recuerda a la Mujer Maravilla? Nadie. Es verdad que está irreconocible y se le agotaron los poderes, ella sostiene que ya nada justifica sus afanes. El pobre Superman fue cancelado a fuerza de criptonita y videojuegos, que en paz descanse. Para no mencionar a los demás superhéroes que quedaron olvidados, abandonados en una pila de revistas viejas, o en el fondo de una estantería, o aquellos que fueron expulsados del tubo catódico para hacer lugar a otros más nuevos y tecnológicos o, peor aún, terminaron en un basurero.

Llovizna.

Mira pensativo a través de la ventana de su cuarto en el piso veinticinco. Siente un sabor acre en la boca, un sabor a fin del mundo. Nueva York se extiende con las fachadas grises de los rascacielos ahogadas en una neblina azulina e irreal, en un atardecer sinfín. No existe el horizonte en esa ciudad, él nunca vio el horizonte, nunca salió de esa ciudad, es más, ya no recuerda otros límites que el cuadrado de ese cuarto.

¿Qué es un hombre sin horizontes?, se pregunta por preguntarse algo, para dialogar con alguien. ¡Estúpidos!, piensa. ¡Creen que no me precisan más, creen que pueden cancelarme apretando un botón!

Un ruido del otro lado de la puerta lo sobresalta.

—¡Billy, deja en paz al tío! –chilla la voz llena de campanitas de su prima-. No quiere que lo molesten, lo sabes, ¿no?

Silencio.

La neblina que cubre los rascacielos comienza a mudar hacia un rojizo espectral y se hace cada vez más densa. Nueva York desvanece devorada por la niebla.

La voz de Billy es un susurro del otro lado de la puerta.

– ¡Ja, ja...te tengo insecto! –y hace sonar la musiquita inconfundible de su Nintendo–. ¡Eres mío tiucho!

No, no es posible, piensa él.

Ha llegado el momento que mucho temía, ese maldito momento. Se escapó mientras pudo, pero ahora... El muy desgraciado lo tiene en sus manos, encima no se trata de un súper enemigo peligroso...no, es un imberbe idiota de 14 años. No puede caer en sus manos, debe hacer algo, ¡urgente!

Se levanta con dificultad del sillón, con las piernas anquilosadas, la cerveza le pesa en el estómago y le gira en la cabeza. Solloza tratando de entrar en el traje azul y rojo. La malla está por ceder, las costuras imploran, una polilla le ha mordisqueado la rodilla derecha del traje, ¡piedad! gritan sus botines de suela agrietada cuando dos pies hinchados tratan de comprimirse en ellos a pesar del sufrimiento. Las lágrimas le queman las mejillas.

–Te veo, ahora puedo verte, eres tú, ¿verdad? Ahora no te me escapas gordo fofo...¿no te entran los zapatitos?-. Billy le habla del otro lado de la puerta, aunque su voz retumbe por todas partes, en cada esquina del cuarto–. Asco de superhéroe, una mierda...deberías mirarte en el espejo antes de que te aplaste, araña miserable.

Él no quiere terminar como Superman.

—Te tengo, te tengo insecto...

Se pone la máscara que huele a moho y a encierro.

—No te escapes, gallina.

Abre la ventana de su cuarto. ¡Carajo!, exclama y arremete contra la tela de araña de la salida de emergencia. Demasiado tarde.

Billy sonríe feliz, la luz radiante de su Nintendo le ilumina el rostro:

“YOU WON – Game Over”

22 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page