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andreazurlo

Mudanzas



Algunos recuerdos dejaron marcas en las paredes, dejaron huecos vivos en los lugares donde los había colgado, manchas indelebles que enmarcan imágenes borroneadas del pasado.

Otros terminaron plegados en las cajas: guardé entre algodones la única sonrisa que recuerdo de mi padre, y puse envueltos en cobijas los días alegres de mi niñez lejana, para que no sufran el frío de la soledad y del olvido. Las caricias afectuosas de mi madre están junto con sus renuncias, en un cofre de madera de sándalo.

Los días de sol volaron solos por la ventana con las últimas migas de mi mantel y las horas del reloj se me escaparon por las rendijas de las celosías que voy cerrando.

Queda sólo vacío, paredes desnudas, palabras enredadas en telas de araña, ayeres raídos por las polillas, y algún que otro beso caído en el afán de embalar.

Queda un pasado, la vida que quisimos y no fue, los amores frustrados, las tristezas compartidas con una taza de caféy las paredes medio desmoronadas sobre las que había colgado ilusiones con clavos de colores.

También queda el cielo donde antes estaba el techo poblado de líquenes y la puerta que, por última vez, cerraré sin volverme.


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