“De vez en cuando la vida…”, cantaba Joan Manuel Serrat. Es una frase abierta a todo, porque la vida, de vez en cuando, puede ser amable o cruel. Y también jugarte bromas.
“De vez en cuando la vida nos gasta una broma
Y nos despertamos sin saber qué pasa
Chupando un palo sentados
Sobre una calabaza”
Algo así me ha sucedido y sería egoísta y superficial decir que me ha sucedido a mí, es algo que nos supera y abarca la entera humanidad, aunque todavía muchos no lo adviertan.
Repentinamente llegó lo inesperado que nos dejó “chupando un palo sentados/sobre una calabaza”, sin comprender de qué iba, sin comprender si los pronósticos eran certeros o exagerados, sorprendidos ante nuestra humana fragilidad, ante la inasible naturaleza.
En Italia, mi otro país, donde vivo desde hace más de media vida, está pandemia nos arrollo como un ciclón y está provocando muchos muertos y sufrimiento, tantos que, claro, hasta te avergüenza pensar que lo que te sucede sea una desgracia.
Como lo ha anunciado mi editorial en Argentina, Baltasara Editora, debía viajar a mi país natal, Argentina, en el mes de abril para participar en la Feria del Libro de Buenos Aires donde presentaría mi novela “El reposo de la tierra durante el invierno”, pero está claro que estos planes se vieron alterados por algo que no hubiera imaginado jamás, porque no es que a diario imaginas que una "pandemia" (palabra que suena enorme para ser real) podría arruinar tu programa.
Esta obligada decisión me ha producido una tristeza infinita, porque era mucha la ilusión de presentar allí mi obra, dedicada a mi país natal y en particular a mi ciudad, Rosario, sin embargo, espero que cuando la tormenta pase (porque esa es la virtud de las tormentas, pasan, aunque dejen la devastación detrás) este sueño se pueda materializar.
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