... Durante la cena mamá sugirió que se trataba solo de voces infundadas, que nadie secuestra o detiene a unos chicos del secundario porque protesten por el precio del boleto. Nada hacía mella en nuestra rutina ni afectaba nuestro apetito. Nos entrenábamos para la indiferencia.
En mi casa, como en la mayoría de los hogares de mis amigas, se procuraba ignorar las noticias que circulaban, en un susurro, sobre las detenciones. La vida proseguía muy normal para muchos, al menos para la mayoría de las personas con las que teníamos contacto, porque los invisibles se intuían apenas, no formaban parte de nuestro mundo, y los obreros y los pobres eran razas desconocidas para quienes no vivían en contacto directo con ellos ni tampoco sabíamos nada de quiénes tenían que emigrar a la fuerza ni de los miles de personas que desde un comienzo el gobierno había decidido que eran perjudiciales para el Proceso de Reorganización Nacional.
La mayoría de la gente a mi alrededor oscilaba entre ser un «olvidador» activo o un «recordador» inerte, dos categorías inútiles que se anulaban entre sí.
(De la novela "El reposo de la tierra durante el invierno", Finalista Premio Planeta 2016, Trabalis Editores - https://www.amazon.es/El-Reposo-tierra-durante-invierno/dp/1942989490)
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